Discusiones de pareja como solucionarlas? Aquí un artículo que puede aclarar sus dudas y darles una nueva perspectiva. Comencemos... Conversamos o discutimos?
“Por supuesto que ya hablé con Carlos, ¡cómo un millón de veces! Pero siempre es lo mismo” y así son muchas de las conversaciones de parejas, que son discusiones que siempre llevan a lo mismo, enfadarse, y además sin ninguna conclusión. Pero, ¿se llega a algún lado dando vueltas por el mismo sitio? Entonces, ¿se llega a alguna conclusión siempre discutiendo de lo mismo y en el mismo tono?
Dentro de los problemas de pareja se encuentran las discusiones y es normal que existan, lo que no está bien es si se realizan sin sentido y cometiendo errores. Os dejo con unos cuentos de estos errores comunes que no sólo te ayudarán con los problemas en la pareja sino que también con otras personas.
Convencer
Cuando hay algo que no nos gusta, que nos molesta, que nos pone los nervios de punta le damos mil y una vueltas hasta encontrar lo que pensamos que es la salida, esto pensando tanto y analizando que dejamos de lado los sentimientos. Una vez que tenemos la “solución” le comunicamos a nuestra pareja que queremos hablar. Lo primero es que estas palabras asusten así que ya le anunciamos a nuestra pareja que algo va mal y que se prepare. Pero nosotros lo único que queremos es explicarle nuestras conclusiones y soluciones. Esto ya va mal. Le estamos indicando que ya tenemos la solución a un problema que quizás nuestra pareja no sepa ni que existe y, además, necesitará estar a la defensiva porque seguramente las “conclusiones” tienen que ver con ella (nuestra pareja).
En lugar de explicar nuestras soluciones, podemos intentar saber cómo lo ve el otro, que piensa y cómo se siente. Si nota que queremos entenderlo su reacción será más positiva, sabrá que no lo queremos convencer sino encontrar soluciones los dos juntos en favor de los dos y para los dos.
Analizar
“Dijiste que llevarías el perro al veterinario cuando fueras a comprar leche, pero no lo hiciste”. Sí, es verdad, pero ¿cómo nos sentimos cuando nos dicen una verdad cómo ésta? Aunque sepamos que lleva razón, no nos gusta que nos lo digan, porque además de sentirnos mal con nosotros mismos, nos sentimos irritados y eso lleva a que pensemos en algún argumento para defendernos, iniciando así una discusión desde el enfado.
En todas las parejas hay discusiones, el caso es no sólo analizarlos, sino también saber que emociones los rodean, somos humanos y eso es parte de nosotros. Hay que preguntar qué piensas y también qué sientes. Y los sentimientos son más difíciles de contemplar.
El Problema Es “Este”
Un problema después de una discusión parecerá un problemón. Somos profesionales en agrandar los detalles negativos, sobre todo si empezamos a tirar y terminamos discutiendo de un problema que tuvimos con un compañero de preescolar.
Lo que tenemos que hacer es centrarnos en el problema del que estamos discutiendo, dejando los que ocurrieron hace tiempo, esos están en el pasado.
“Todo Siempre Está Mal”
Como decía, somos profesionales en agrandar lo negativo, y no sólo eso sino que también lo que es neutral o incluso positivo, le damos la vuelta para que parezca negativo. Cuando somos espectadores de una discusión es muy fácil observar cómo uno o ambos de la pareja están interpretándolo en negativo. Esta distorsión puede ser tan grande que un simple “me duele un poco la cabeza” acaba siendo un “no quieres ir al centro comercial conmigo y quedarte viendo la tele con tus amigotes”. Esta distorsión parece que su único objetivo es que el otro nos quiere fastidiar y si partimos de aquí nunca lograremos un dialogo en el que se solucionen los problemas.
Mágico e Instantáneo
Los problemas de pareja no se solucionaran de manera instantánea, pero tampoco hace falta 10 años para lograrlo. La convivencia hay que cuidarla día a día e ir encontrando lo que falla y cambiándolo poco a poco encontrando la solución que encaje mejor.
Para que una pareja funcione necesita de una buena comunicación, pero también necesita de nosotros y una buena actitud es la calve. No sabemos cómo va a reaccionar el otro pero sí sabemos que si ya vamos de malas el otro actuará en su defensa.