La sexualidad sigue siendo un misterio en muchos aspectos, aunque en los últimos años se han llevado a cabo avances en este terreno gracias a los estudios de autores como Kindsey y su grupo, Mc Lean y Olds, etc, aunque la contribución más decisiva fue la de Masters y Johnson, que llevaron al laboratorio la conducta sexual de hombres y mujeres en condiciones científicas, lo que ejerció un tremendo impacto y sentó las bases para realizar una terapia sexual eficaz para tratar las disfunciones sexuales.
La mayoría de los autores consideran que la mayor parte de las disfunciones sexuales se deben a factores experienciales y los factores que más frecuentemente afectan son los conflictos inconscientes que están derivados de experiencias familiares tempranas, actitudes restrictivas de la sociedad y problemas de pareja.
Una respuesta sexual adecuada requiere de un estado de relajación y abandono al erotismo. Entre las fuentes de ansiedad que suelen evitar esto se encuentran: el temor al fracaso o el temor al rechazo, que bloquean la respuesta sexual, un entorno poco estimulante y excitante para ambos, la tendencia a las defensas ante una situación de intimidad y erotismo, o la falta de comunicación de la pareja a la hora de expresar sus deseos.
Aunque las inhibiciones y la ansiedad de ejecución pueden constituir las causas en muchas ocasiones de las disfunciones sexuales, éstas tienen otras veces una raíz orgánica, que hay que descartar en primer lugar.
"Aproximadamente el 90% de la población ha tenido algún tipo de disfunción sexual a lo largo de su vida"
Una respuesta sexual adecuada depende tanto de una estimulación sexual idónea como de la libertad para responder a ella. Las mujeres, por ejemplo, a veces son víctimas de la ignorancia en este terreno y sentimientos de culpa junto a la falta de información hacen mella en cómo viven su sexualidad y que no soliciten el tipo de estimulación adecuada por no ser conscientes a veces de sus propias necesidades. Existe mucha información errónea y destructiva en nuestra sociedad que debemos descartar para poder conseguir que una pareja se entienda bien sexualmente. Lo mismo ocurre con los mitos masculinos sobre la sexualidad: “el hombre que siempre está listo, que tiene una erección prolongada y que sabe cómo conseguir su orgasmo y proporcionárselo a su pareja”.
"En las disfunciones sexuales los factores que más frecuentemente afectan son los conflictos inconscientes que están derivados de experiencias familiares tempranas, actitudes restrictivas de la sociedad y problemas de pareja."
Aproximadamente el 90% de la población ha tenido algún tipo de disfunción sexual a lo largo de su vida. En algunos casos, no se concede importancia a problemas habituales como la falta de deseo, la disfunción eréctil, la anorgasmia, etc. Y muchas personas conviven con ello durante toda su vida, privándose de una vida sexual satisfactoria y plena.
Pero son cada vez más las personas y parejas que acuden a una terapia sexual o terapia de pareja solicitando ayuda para resolver estos problemas.
La terapia sexual ha cambiado mucho en los últimos años y ha abandonado en gran medida el enfoque psicoterapéutico tradicional, que partía de la base de que los problemas sexuales son expresión de conflictos internos profundos y se ha demostrado que en muchos casos las disfunciones sexuales tienen su origen en problemas más sencillos e inmediatos. Esto hace que la terapia sexual esté orientada sobre todo al alivio de los síntomas sexuales del paciente, a modificar los obstáculos inmediatos del funcionamiento sexual, ayudando a los pacientes a desterrar mitos y conocer mejor cómo funcionan su cuerpo y su sexualidad, exponiendo al paciente a sentimientos y aspectos de sí mismo que hasta entonces ha estado evitando, teniendo en cuenta que un buen funcionamiento sexual puede convivir con conflictos emocionales y dificultades de pareja, siempre que no sean muy graves.
Si la pareja tiene fuertes problemas de comunicación, si no se atraen física o psicológicamente, si tienen hostilidad hacia el compañero/a o falta de confianza, es poco probable que funcionen sexualmente bien, y por tanto habrá que realizar una terapia de pareja.
Por último y en cuanto a los efectos de la edad en la sexualidad, hay que decir que aunque el paso de los años tiene efectos en los cambios biológicos, estos no afectan a todos por igual, hombres y mujeres alcanzan su plenitud sexual a edades dispares: en torno a 18 y en torno a los 40, respectivamente. En el caso de los hombres la edad incide en la respuesta de orgasmo y en la ampliación del tiempo del período refractario. La de la mujer permanece más estable, aunque aquellas personas que han disfrutado de una sexualidad sana y plena durante toda su vida, y gozan de buena salud, pueden gozar del placer sexual a lo largo de toda su vida.